Los nervios, un horario laboral incompatible con la crianza de sus hijos, y el ritmo frenético de una Barcelona que solo le permitía vivir para trabajar en lugar de trabajar para vivir, animaron a Verónica Morais, de 41 años, a romper con todo para trasladarse a Aeiroá, en Doiras (Cervantes), la aldea en la que nació su madre y donde ella, que nació y vivió en París hasta los 16 años, pasó muchas vacaciones. A esa edad se mudó a Barcelona, y a los 22 regresó a la capital francesa. Más tarde pasó siete años en Niza y ocho en un pueblo montañoso a las afueras de Toulouse, cercano a una estación de esquí y donde trabajó en una fábrica artesana de mermeladas. Después volvió la ciudad condal. «En Barcelona llegué a pesar 44 kilos. Aguanté así dos años hasta que dije: ?Esto no es vida?. Y la montaña siempre me gustó», destaca.
Ahora disfruta de la naturaleza y la tranquilidad junto a sus dos hijos, Micael, de 6 años, y Sara, de 4, en la casa donde vino al mundo su madre, Manuela, de 67 años y ya jubilada, que también se ha trasladado con ellosa Lugo. «Ellos eran 12 hermanos, aunque varios murieron. Menos dos tías y el mayor, que se fue a Venezuela, todos emigraron a Francia, pero la casa sigue siendo de todos y la arreglaron entre todos», detalla Verónica al calor de la lumbre que arde en la chimenea del inmueble, mientras que en el exterior la lluvia otoñal empapa los picos de Os Ancares.
Se ve en Aeiroá a largo plazo
Aquí espera ganarse la vida fabricando mermelada artesana. «Pensé: ?Si las hacía en Francia, también las puedo hacer aquí, que el clima es parecido?», sonríe. ¿Se ve en Aeiroá a largo plazo? «Creo que hay futuro. Si tuviese que invertir mucho a lo mejor no, pero para mí y para mis hijos creo que sí. Ya he cambiado mucho de ciudad, y creo que aquí, si todo va bien y no tengo una catástrofe grande, me voy a quedar», concluye.
en directo la aventura de verónica morais, que nació en parís y vivió en niza y Toulouse
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