“Yo lo hago todo a mano. Excepto los tornillos, todas las demás piezas las fabrico yo una a una”. Para José Manuel Hermo Barreiro, vecino de la localidad coruñesa de Noia, es importante aclarar este punto, dice, porque se ha encontrado a algún escéptico que no creía que sus construcciones estaban hechas de manera totalmente artesanal.
Y la verdad, no es de extrañar porque su obra es un asombro de precisión técnica. José Manuel Hermo Barreiro, al que todo el mundo llama cariñosamente Patelo, lleva casi una década (“el diciembre hace 10 años justos”, concreta) dedicando su tiempo, dedicación y conocimientos a fabricar desde cero réplicas de motores en miniatura.
Mecánico naval de profesión, sus creaciones funcionan igual que los motoresde verdad, con la excepción de que no utilizan combustible sino aire comprimido. Por lo demás, su mecanismo es el mismo que el de un motor de fabricación industrial.
"A los 18 años construí mi primer motor de vapor"
Patelo ha dedicado toda su vida a los motores. “Me hice mecánico a los 16 años”, explica este gallego, que ya ha cumplido los 73. “A los 18 construí mi primer motor de vapor. Yo todavía era un chaval, y lo que quería era enseñarlo a los chicos del instituto del pueblo. El problema es que con las prisas, el motor explotó. Fue un buen susto, estuve ciego durante tres horas”.
Los motores de barco fueron el día a día de este gallego durante todos los años que trabajó como inspector de máquinas en Las Palmas. “Poco antes de jubilarme encontré un torno viejo, medio oxidado, y pensé: ya sé lo que voy a hacer cuando me jubile”.
Posiblemente, el más pequeño del mundo
Recogió el torno, lo restauró y comenzó a fabricar sus pequeños motores. Ya lleva una docena, y de todos recuerda el número de piezas exacto y las horas que le llevó construirlos. La joya de la corona es un motor de 12 cilindros que terminó hace un par de años, y que posiblemente, dice, sea el más pequeño del mundo ("al menos que yo sepa", dijo a Lainformacion.com): 261 piezas, tornillos aparte, que fabricó él una a una. Le llevó más de 1.200 horas de trabajo. El vídeo colgado en internet, en el que se ve todo el proceso, ha sido visto casi siete millones de veces.
Y es que todos sus trabajos están documentados en vídeo y colgados en Youtube. Los graba por episodios con ayuda de su hijo, y dedica sus trabajos “a todos los amantes de la mecánica, a los colegios de ingenieros y sobre todo a los estudiantes de Formación Profesional”. Y la red, desde luego, responde: el canal tiene casi 6.500 suscriptores, y cientos de foros de mecánica y motor celebran las obras de este gallego, alabando su maestría y precisión.
Patelo parece encantado con la admiración que despierta su trabajo: "El otro día iba paseando por Noia y se me acercaron un chico y una chica y me dijeron que me habían visto en internet, y que eran fans míos. Creí que serían del sector de la mecánica y tal, pero no, el chico me dijo que era publicista, de Madrid".
“Grabo los vídeos para que todo el mundo vea que los hago a mano. El montaje y las piezas. Trabajo con el torno y luego con una lima para irlas puliendo. Es un trabajo que tiene que ser muy preciso”. Patelo cuenta que con ocasión de una exposición en la que presentó sus motores, una empresa se ofreció para hacerle las piezas automáticamente. Él dijo que no. “Quiero tomarme las horas que haga falta para que todo sea artesanal”. Lo único que compra, insiste, son los tornillos.
Una motivación para los estudiantes de mecánica
Los motivos de Patelo para su trabajo son varios. Por un lado, reconoce que sobre todo lo hace porque le gusta, y porque así no se aburre ahora que está jubilado. “Ahora tengo todo el tiempo del mundo”, explica.
Pero también busca motivar “a los chavales que están estudiando”. Este mecánico naval retirado defiende su profesión como una muy buena salida laboral, y quiere mostrar su potencial a estudiantes de FP, para que vean lo que se puede hacer. Lo considera su “pequeño granito de arena para que salgamos adelante”.
A pesar de que los años no se detienen, Patelo sigue trabajando a diario en sus motores. “Antes dedicaba unas 10 horas, pero ya tengo 73 años, y aguanto menos. Ahora dedico unas 4 o 5 horas diarias”. Los proyectos no dejan de surgir, y comenta con misterio que está terminando su última creación.
¿Y el próximo? Aún no lo ha decidido, aunque sabe qué le gustaría acometer. “Mi gran ilusión es montar la sala de máquinas completa de un transatlántico, con sus cuatro motores”. Un proyecto con el que, sin embargo, no termina de decidirse: “calculo que me llevaría unos 6 años de trabajo y, bueno, no querría dejarlo sin terminar”.
Fuente: http://bit.ly/185eXIC
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